domingo, 8 de noviembre de 2015

Santo diablo

Mercedes despierta de su convalescencia. - Todo salió bien Mercedes, dentro de los parámetros normales. ¿Cómo se encuentra? - Bien, gracias. No me duele nada. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué ha pasado? - Todo ha ido bien, tranquila. ¿No sabe por qué está aquí? - No, no me acuerdo de nada. ¿Qué me ha pasado? ¿Me caí? - No, no es eso. Mire señora Mercedes, le hemos operado de urgencia para quitarle el feto de su estómago. - ¿Perdone? ¿He oído bien? ¿El feto? - Sí Mercedes, el feto estaba muerto ya cuando usted entró. - Pero, doctor, ¿cómo puede ser? ¿embarazada? Es justo en ese momento cuando Mercedes entró en shok. Una imagen terrible le invadió la mente e hizo que su cuerpo se paralizara. Su cara se puso blanca y apenas podía articular palabra. Era un hombre de mediana edad, igual que ella. Era un desconocido y conocido a la vez. Fue esa imagen que disparó los recuerdos de Mercedes hasta llegar a recordar. - Mercedes, ¿está usted bien? - Acabo de recordar doctor. Esa noche salía con unas amigas de un concierto por las afueras de Barcelona. Nos despedimos. Cuando pretendía coger un taxi, me lo encontré. ¡Si, es él! ¡El diablo! Sed de venganza, de muerte y destrucción. Así es como lo he vivido todo este tiempo. Sola, pero acompañada a la vez. Al principio sentía la necesidad de acabar con todo, necesitaba destruirme y destruir. Cada arcada me recordaba a él. Cada vez que me pedía comer me volvía la arcada junto con la imagen de ese diablo. Le grité a Dios mil veces que por qué no me ayudó y me olvidó en esa maldita esquina. - La hemos anestesiado, señora Mercedes. Es por eso que no se acordaba de nada. - Sí doctor, para mi desgracia, ahora sí me acuerdo. Supongo que cosas así no se pueden olvidar en la vida. Es más, estoy aquí por mi culpa, la de ese diablo mudo que gritaba en mi interior. Esa voz que me decía: “tengo hambre” “y sed” “y frío”. ¿Por qué no me das de comer, mama? Doctor, esa voz no me dejaba vivir, no me dejaba ni respirar. Me ahogaba y no podía responderle. No tenía elección, doctor, por eso lo hice. Era un monstruo invadiéndome. Eso no era vivir. Más bien era una tortura de Dios y una alegría para el Diablo. No sé por qué me castigó, pero lo hizo. ¿Entiende por qué lo hice? Dígame doctor, ¿lo entiende? En ese momento Mercedes presa del dolor, se vuelve a desvanecer.

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